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Un legado familiar

Del piornal de los años 60 hasta nuestros dias

Todo empezó en Piornal en los años 60, un pequeño pueblo de la Alta Extremadura donde las duras condiciones de vida no dejaban lugar al disfrute ni al buen vivir.

Con un clima difícil para la agricultura y condiciones de vida lamentables, la supervivencia era el único objetivo de la producción ganadera.

La textura, los aromas, el sabor, la jugosidad…

Los grandes placeres del ibérico no cabían en el imaginario colectivo.

Pero eso fue cambiando.

Afortunadamente, el tiempo y unos pocos visionarios lograron acercar una nueva forma de vivir.

Entre ellos, Florencio, también llamado Floro o, para nosotros, papá.

Él concebía la vida de una forma distinta. Y quiso emprender en un lugar en el que hasta entonces, las personas comían solo para sobrevivir

 

Con pocos recursos, pero con muchas ideas e ilusión, Floro alzó un próspero negocio familiar en torno a la cultura del jamón.

 

Aquella fue la semilla de La Jurre

A lo largo de las décadas siguientes, todo fue cambiando.

El aroma del jamón de bellota, su textura, su sabor…  

Los elementos básicos del placer gastronómico comenzaron a estar presentes en el día a día de las personas. 

Cuando quisieron darse cuenta, se había extendido una nueva forma de entender la vida, más allá de la supervivencia.

El buen vivir.

La caída del negocio familiar por intereses políticos y la muerte de Floro en 1989 supusieron un duro golpe para la familia.

Entre ellos, por Ana, su hija, que vio caer al hombre que amaba y admiraba… Y todo por lo que había luchado. Un momento duro que forjó su carácter.

Pero como su padre al principio,

Ana no se rindió. Con el apoyo incondicional de su amigo y socio, Víctor, y con la preciosa joya que les regaló la vida, Sara,

Poco a poco construyeron un negocio en torno al jamón de bellota y a la cultura gastronómica a la que tanto había contribuido su padre durante décadas.

 

El nombre lo tuvieron claro desde el principio.

Una de las frases favoritas de mi padre era:

“Hoy viene el aire de Jurre, hoy los jamones no se estropean”.

Sin embargo, mi madre prefirió decir:

“Hoy viene el aire nevado de La Jurre, lo mejor para los jamones”.

Además de dar nombre a una de las montañas que custodian Piornal, el lugar donde nació todo, “Jurre es una palabra amable y un lugar que rezuma vida; Es el mejor homenaje que podemos rendir a mis padres”.

Representa de dónde venimos, qué somos y qué sentimos. Una forma de vida en la que lo simple es lo importante y lo natural es lo que marca la diferencia

Ahora, bajo el nombre de La Jurre y tras un largo camino a sus espaldas, Ana regenta un pequeño pero gran negocio de charcutería ibérica de producción limitada en Piornal. Ella no lo hace sola:

Floro, Víctor, Sara…

Personas que en el pasado o en el presente han dejado su huella en un proyecto familiar con misión:

Proponer al mundo una nueva forma de entender la vida

Floro lo hizo y, ahora, Víctor y Ana continúan su legado. 

Eso sí: manteniendo la producción limitada de jamones que tanto caracterizaba al negocio de su padre: no más de 1200 unidades al año.

Es por ello que estas piezas solo pueden conseguirse en ocasiones puntuales. Bien en la tienda que regentan en Piornal, o bien hablando directamente con Ana.

Ella te atenderá e informará acerca de las unidades que pueda haber

-o estén por llegar- en La Jurre.

¿Quieres saborear la esencia del ibérico puro extremeño?

Solo tienes que hacer click aquí abajo.

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